Qué otra cosa podría significar “la alegría de la Navidad” si no es
haber recibido de la Gracia la certeza de que la redención solo es
posible pasando por la Cruz?
Ayer llegué de misa en un pura contentera.
Debí asistir a mi parroquia, a la que rara vez asisto ya que el
padre, ayer lo tuve claro, para llegar a celebrar las misitas que
celebra no habría necesitado pasar por el seminario, le hubiese bastado
abrir un culto en el galerón de atrás de la casa de sus papás allá en el
campo de donde viene.
Ya sé que no es época para sarcasmos ni mucho menos para decir algo
así de un sacerdote pero recurro a esa forma de expresión únicamente
para que comprendan no solo el drama que ahí se vive si no por qué
estuve y salí de misa tan contenta pero además, profundamente
agradecida.
Desde que llegué me encontré el templo casi lleno y a todo el mundo
conversando, parecía una plaza aquello, por lo que me agarré fuerte de
mi convicción acerca de la presencia de Cristo en la persona del
sacerdote y en la asamblea para disponerme a recibir con humildad la
Gracia que el Señor me daría ya que El mejor que yo sabía cuánto la
estaba necesitando.
No daré más detalles de la forma en que se desenvolvió la misa ya que
no hará falta. Ustedes podrían imaginarlos y con eso bastará.
Les apunto un detalle adicional ya que es el más importante y es que
estuve con la miraba baja e incluso con los ojos cerrados en gran parte
de la celebración, sumamente concentrada en lo que de liturgia católica
todavía conservan las misitas del padre y fue maravilloso ya que no sé
en qué momento empecé a sonreír.
Ahí fue cuando me di cuenta de mi gran alegría.
Era una alegría rara ya que era evidente que alguna parte de mi
estaba sufriendo profundamente pero aún así, estaba feliz de estar allí,
de verme entre mi gente y por Cristo con El y en El en la actualización
de su pasión y muerte.
Muriendo a mi misma en Cristo por amor. Qué otra cosa mejor podría hacerlo a uno estar alegre?
Luego, conversando con mi amiga Lorca sobre esta experiencia caí en
la cuenta de que esa alegría mía es la auténtica alegría de la Navidad.
Creo que el Señor me está preparando de alguna forma para sobrellevar
lo que se nos avecina a los ticos después de que se ha abierto el
portillo a la Fertilización in Vitro.
Sí, estoy segura, el Señor quiere mi salvación y la de todos.
Sea bendito!
Feliz Navidad!