4 de octubre de 2009

Una visión antropológica

He llegado a la conclusión de que los principales motivos para la división entre seres humanos son de índole antropológica, que se ven impregnados por los aspectos de índole psíquico de las historias personales de individuos o comunidades. Las famosas diferencias que vemos los católicos con los no-creyentes u otros cristianos tienen esa misma causa: la manera de vernos todos y cada uno, ante Dios, la Creación y nuestros semejantes. Y, según sea la magnitud y profundidad de las heridas emocionales de cada uno, esa visión antropológica toma un matiz diferente en cada individuo. De tal manera, que por eso es aventurado juzgarnos entre nosotros mediante etiquetas como ateos o creyentes, negros o blancos, ricos o pobres. Es un error garrafal, arriesgado y hasta peligroso para la convivencia humana. Cuando se mencionan términos como antropología, la mayor parte de la gente, no sabe bien a qué se refiere el término y por pereza o mero desinterés le re-huye y con ello, a la posibilidad de que éste le aporte una mejor comprensión de sí mismo y del mundo. Por eso me gusta aterrizar estos términos cuando me dirijo a las personas, porque visión antropológica no quiere decir otra cosa sino lo que mencioné arriba: la forma en que nos concebimos ante Dios, la Creación y nuestros semejantes. Como católica, mi visión antropológica, se fundamenta en el conocimiento que me ofrece el mensaje teológico del Génesis el cual me revela el origen y la finalidad de mi existencia. Lo que ocurra o elija hacer con mi vida entre estos dos momentos estará matizado por ese conocimiento. Para dar un ejemplo, si yo creo -por la Palabra de Dios que así me lo revela-, que tuve mi origen en “un pensamiento de amor de Dios” y que mi meta es “ser uno en Cristo con El”, el tiempo en el cual transcurra mi vida, se verá impregnado del conocimiento que deriva de este acto de fe razonado, de esta convicción. Lo grandioso de poseer y tener clara la propia visión antropológica es que le sitúa a uno en posición igual de clara ante los semejantes y sus particulares visiones antropológicas del mundo, de esta manera es más sencillo tolerar, confiar y esperar, en fin, de ser un mejor ser humano. Voy a otro ejemplo: la manera en que cada uno enfrenta la vida y en ella la muerte. Para un cristiano de firme convicción la vida es un camino, un proceso de configuración a Cristo en el que puede hacer bien poco, ya que sin el auxilio divino, sus esfuerzos no alcanzarían para mayores avances en la plenificación de su humanidad. Para una persona que prescinda de la referencia divina, la vida es un camino que ha de vivirse intensamente porque termina con la muerte, en vivir la vida pone su vida. Dos casos que ilustran lo que menciono son el de la vida de Mercedes Sosa y otro el de Tony Folley (ver datos sobre sus vidas en los enlaces adjuntos al final) Tratando de distinguir en ellos sus diferentes visiones antropológicas puede uno hallar más de un volado para echar en el saco, como por ejemplo, cómo se han situado ambos ante la vida en ella ante la enfermedad y la muerte. Veamos: Mercedes vivió una vida intensamente vivida, no se si es solo apreciación mía –debido a que no conozco de ella más que lo que encuentra uno por lo regular en los medios de comunicación- pero su vida transcurrió entre luchas y avatares que enfrentó echándoles el cuerpo con su talento y tenacidad, de la misma manera enfrentó su enfermedad y su muerte. En eso se le fue la vida y nadie puede decir que no fue una vida bien vivida. Sobre Tony Folley tampoco puedo decir que le conozco a profundidad pero se de el lo que su relato sobre su enfermedad y la manera en que enfrenta la muerte me comunican. Y tampoco nadie puede decir que su manera de enfrentarlos no es vivir la vida como se debe. Mercedes vivió intensamente habiendo colocado como centro de su existencia “la confianza en la balanza de su parecer”; Tony la vive colocando como centro de su existencia su relación con la Liturgia terrenal. La vida para Mercedes acababa con la muerte, Zamba para no morir expone de ella su convicción; la vida para Tony no acaba con la muerte, la muerte es solo un paso sobre el que ruega no hacer drama, tal y como concluye su artículo. Que esta comparación no suscite malos entendidos es mi interés, porque no se trata de juzgar sino de evaluar visiones antropológicas y con ello situarse uno mismo ante la propia, discernir cuál de las dos responde a sus más íntimas interrogantes y otorga la consistencia que se busca para hacer del propio camino, uno que lo conduzca hacia donde pretende llegar o se sabe llamado. Tanto Mercedes como Tony han transitado el camino que eligieron, la vida de Mercedes terminó hoy y la de Tony concluirá en algunos meses, sino es que ya terminó; ambos –es innegable- han transitado por ella con la mayor convicción, honradez y sinceridad, por lo mismo, es del contraste de sus respectivas concepciones acerca de su origen y de su meta que estamos llamados a adquirir una enseñanza. Este es el motivo de esta reflexión que espero logre aportar algo a quienes anden en búsqueda de la comprensión de si mismos. Y que sea... ¡A Dios toda la Gloria!

(ya va siendo hora que de que utilice a manera de firma el título de mi blog)

----------------------------- Nota: La biografía de Mercedes, aunque parezca mentira, la más completa la hallé en Wikipedia, de Tony pueden leer su artículo publicado por el Blog La Buhardilla de Jerónimo este sábado. De ambos sitios les dejo aquí los enlaces: Mercedes Sosa http://es.wikipedia.org/wiki/Mercedes_Sosa Tony Folley http://la-buhardilla-de-jeronimo.blogspot.com/2009/10/de-la-liturgia-terrena-la-liturgia.html

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