18 de junio de 2011

"¡Bienvenida a la realidad!"

Ha sucedido tanto esta semana que todavía no tengo la cabeza suficientemente clara como para hacer un juicio; por el momento, un par de cosas puedo decir:

1. Ni idea tenía de que ser activista pro-vida fuera tan intenso
2. No estoy segura que ese sea mi apostolado

Lo hago muy bien, ya lo se; el Señor me ha dado “un no se qué” que me hace una magnífica activista pro-vida; tanto así que ayer me citaron en un programa de radio y quien sabe si no ande mi nombre en boca de algunos “personajes distinguidos” pero dentro de mi algo me dice que esto no es lo mío. Lo mío es ser activa pero manteniendo un perfil bajo así como tener tiempo para el estudio, la investigación, la introspección y la reflexión cosa que del todo no he tenido esta semana.

No obstante puedo decir que al menos me he hecho escuchar (y le he prestado mi voz a los que no la tenían) tal y como me lo propuse. 

Tanta actividad me ha servido para, tal y como me dijo la Lic. Loría palmeándome la espalda un día en la Asamblea, darme la “Bienvenida a la realidad”.

La realidad, para empezar, debo decir que me hizo sudar a mares. El primer día en la Asamblea Legislativa sudaba como puerco camino al matadero y no fue hasta el martes que caí en a cuenta que era por estar escuchando los argumentos de algunos diputados ante los que –por no poder responderles- sentía una angustia tan inmensa que se traducía en sudor. ¡Terrible! 

Algunos dijeron cosas tan absurdas, hicieron cosas tan pueriles, fueron tan irresponsables, irrespetuosos, tan requete-tontos y fue tan decepcionante darme cuenta que mi país en buena parte está en manos de personas tan superficiales que –ahora- después que he abrazado la realidad no me queda otra que amarla. Pero amarla -que conste- no implica ni quietismo ni silencio; claro está, tampoco implica imprudencia o indiscreción.

Por lo mismo, ahora que conozco y amo este aspecto de la realidad de mi patria es que me considero con autoridad para decir que es inquietante el que la diputada María Eugenia Venegas, quien en un futuro cercano será “abuela in vitro”, haya sido miembro de la comisión que discutió el proyecto; así como inquietante es que la diputada Gloria Bejarano goce desde hace unos años de ese honorable título y que nadie haya considerado cuestionarles su imparcialidad a estas dos mujeres. Tanto que ambas han acusado a la Iglesia de andar imponiendo su moral pero, es que acaso no impusieron ellas su perspectiva de las cosas siendo miembro de la comisión, una y la otra argumentando y votando el proyecto positivamente? 

Ciertamente, ni a los creyentes se nos debe descalificar por tener una posición ante la FIV pero que -entonces- tampoco ellas hablen a favor sin demostrar que son capaces de imparcialidad, porque -como dije antes- sus argumentos hacen agua, máxime porque lo que en ellos han mostrado es “afecto” por la FIV, la cual -obvio y así quién no- les ha hecho posible ser abuelas.

En fin, quién las entiende? No se. Y quién entiende a mi país? Tampoco se. Mucho menos se qué es de nuestros periodistas que –habiéndose expresado estas señoras acerca de sus casos in vitro en público- a ninguno de ellos se les haya ocurrido siquiera sospechar que algo no encajaba.

Pues si, como dije al principio, todavía mi cabeza anda un poco loca, espero -nada más- volver a ser algún día la mujer sencilla dedicada a su culantro que otrora fui; para eso, permítanme nada más un poco de tiempo a solas y en silencio.

A solas y en silencio para ver si acaso saco algo en claro de todo este activismo pro-vida que no se bien hacia donde me llevará.

P.D. Por cierto, saben que mi activismo me ha hecho perder dos o tres amistades y seguidores? Pero no importa, porque por otro lado he ganado docenas de ellos.

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