6 de junio de 2011

Los días en que la "razón" dejó de tener la razón

Desde que la “razón” se ha convertido en la medida de todas las cosas -es un hecho- que el ser humano se ha vuelto poco razonable. 

Suena absurdo, pero es verdad. La civilización va “como el cangrejo” desde que la ética se da por descontada, la moral se considera obsoleta y se juzga la “razón” con la exclusiva del conocimiento.

La vida real, para las personas razonables se presenta en nuestros días como una novela de ficción de las más terroríficas y escalofriantes.

Un ejemplo clarísimo está en el hecho innegable de que las políticas públicas dirigidas a modificar el comportamiento promoviendo la abstinencia y la fidelidad sexual salvan más vidas del contagio del SIDA que aquellas que no ofrecen sino la vía “técnica” del condón.

Mathew Hanley, experto en salud pública, lo ha probado con los datos en su informe The Catholic Church & the Global Aids Crisis. ¡Los resultados están ante nuestras narices!
“Hay un país que es perfecto exponente de la eficacia de la abstinencia y la fidelidad. Entre 1991 y 2001, Uganda consiguió reducir un 10% el número de personas infectadas, a base de invertir en políticas públicas de recomendación de esas conductas. Sin embargo, cuando los organismos inversores insistieron en que se aplicasen los fondos a la difusión de preservativos, el número de infectados volvió a crecer”.
Habiendo seguido las recomendaciones de la Iglesia católica se hubieran evitado seis millones de contagios en África.

De cara ante un hecho tan evidente la razón tendría que quedar total y absolutamente convencida de la opción correcta; pero, queda? No.

Los fanáticos de la “razón” rechazan la evidencia por el mero hecho de que tendrían que considerar el aspecto “humano” para cuidar del hombre como sería tomar en cuenta los sentimientos tanto como su conocimiento o “expertise” moral; ambas, variables no mensurables, por tanto no verificables, por tanto descartables.

Así de simple: los adoradores de la “razón” rechazan estas variables -o lo que es lo mismo- rechazan aspectos de la realidad, lo que los vuelve nada razonables.

Esta es la novela de ficción que, para personas razonables, es la realidad de nuestros días; estos son los días en que la “razón” dejó de tener la razón.

Para empezar, y para todo cristiano, cualquier acción evangelizadora ya como progenitor, educador o catequista, tendría que pasar por la tarea de colaborar con el ser humano tanto en que éste adquiera la salud de sus afectos como una estructura moral en orden a que recupere el verdadero sentido y finalidad del uso de la “razón”. 

¡Cielo santo, para que el uso de la “razón” vuelva a ser algo de lo cual podamos fiarnos!

Para que (no está de más recordarlo) la fe de la mano de la razón sirvan para encontrarnos con Cristo presente entre nosotros, que buena falta nos hace.



“Dios, Dueño y Señor de todas las cosas,
que en tus criaturas se despierte la necesidad
de considerar la realidad en todos sus factores.
Amén.”

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