Excelencia reverendísima, no se lo va usted a creer o quizá mi escepticismo sea el que todavía no se lo cree contrario a la enorme certeza que usted siempre ha mostrado sobre estos temas y que todos hemos podido leer en su Magisterio.
Le paso el informe, amadísimo nuestro: hemos tenido ayer la más super-duper reunión que jamás haya podido existir de laicos que, apegados a la “hermenéutica de la continuidad”, desean celebrar juntos -en una tierra donde desde el Concilio Vaticano II- no se celebra- la misa según la forma extraordinaria del rito romano.
Así es, tal como lo oye. Le voy contando.
Del grupo de facebook que creamos con ese propósito (como ve, está usted en lo cierto en cuanto a las redes sociales) y de mi relación con José Pablo surgió la necesidad de convocar a los miembros a una reunión para conformar una asociación civil que nos sirva de sustento para constituir Una Voce Costa Rica de tal forma que nos dimos cita en mi casa donde, al lado de comer pancito fresco y tomar cafecito, platicamos durante horas.
Cada uno dispuso de todo el tiempo que necesitó para compartir los detalles de su vida en todos los aspectos, particularmente, en lo relacionado con sus razones para estar allí.
De esta plática fue que nos enteramos que el grupo posee personas de todas las edades, desde adolescentes hasta personas pensionadas; por otro lado, entre los asistentes y los que se excusaron por no poder asistir, contamos con un músico profesional, con un profesor de literatura y latín, con un arquitecto, un médico, un sacristán, dos que coleccionan arte sacro, varios que han estado o están en proceso de discernimiento vocacional, una mujer del Movimiento Carismático, otra de Comunión y Liberación (esa soy yo) y una más del Opus Dei.
Fue una delicia escucharles y confirmar que tenemos un solo corazón y un solo sentir, no solo en relación a la Misa según la forma extraordinaria del rito, sino ante la Eucaristía, la oración, la misión y la comunión. Fue, sencillamente, maravilloso.
Este fue el aspecto social de la reunión, digámoslo así. Luego de eso, nos dispusimos a conversar para lo que fuimos convocados pero antes alguno recordó hacer la oración por lo que a su sugerencia rezamos Vísperas en las que no podía faltar el Pater Noster en latín (para ir practicando) y la invocación a María Santísima con un Salve.
No tiene idea, amadísimo Santo Padre, cuántas ideas, tareas y todo tipo de cosas interesantes surgieron de esa la reunión. Una cosa que noté, sabe? Es que las intervenciones no necesitaron moderación, tan concentrados, atentos, generosos, dispuestos estábamos todos. No hubo uno solo que expusiera objeciones a nada.
Para contarle no más algunos detalles sobre lo que nos hemos propuesto le comunico que haremos nuestra primera exposición de reliquias y arte sacro en un centro cultural de la capital, divulgaremos entre los laicos y el clero los documentos recientes del Magisterio sobre Liturgia, seguiremos en contacto con los sacerdotes, cuatro de los varones del grupo se prepararán para ser acólitos, las mujeres nos dispondremos a conseguir los misales y a utilizar el velo, procuraremos reuniones para formarnos, asistiremos juntos a misa del Novus Ordo con la frecuencia que sea posible, abriremos un blog, formaremos la Asociación y nos ofreceremos como ayuda desinteresada a uno de los párrocos de la capital que la necesita.
Para finalizar, le comparto un detalle que para todos fue significativo que fue el que, cuando al finalizar la reunión rezamos Completas, uno de los jóvenes entonó el Salve Regina y de seguido la sala se lleno de firmes y fuertes voces masculinas que parecía la hubiesen estado ensayando durante meses.
De esta reunión -que se prolongó por más de cinco horas y que pasaron sin darnos cuenta (porque ni el estómago reclamó nada)- salimos caminando como en las nubes pero además y lo más importante es que no existe duda al respecto: Su Santidad, usted tiene la razón en todo.