4 de diciembre de 2009

Cuando el Papa se cambia de ropa

¡Oh!, cuánto me aflige leer tanta tontería en la web acerca de lo que utiliza o no utiliza el Santo Padre en las celebraciones litúrgicas, quizá, si anduviera de civil por las calles de Roma, estaríamos descubriendo simbolismos ocultos sobre el color, el corte y el estilo del Prada, Gucci o Klein con el cual eligiera vestirse. Vaya, pero si seremos! Y no solo eso, es el pretender revestir de seriedad un análisis mal fundamentado. Mala la hora en que algunas personas tienen acceso a Internet.

Algo de lo que la mayoría no se percata es que el Santo Padre, a su manera de buen pedagogo, continuamente, mediante pequeños detalles, frases aquí y allá, homilías, gestos, mitras, báculos o lo que sea, no solo nos entrega signos de un enorme valor estético, sino además, elocuentes elementos del cristianismo de toda época, por tanto, hemos de aprender a leer entrelíneas que todos estos objetos, palabras y gestos buscan enriquecernos no solo intelectual sino espiritualmente, elevarnos sobre nuestra condición (de ignorantes) y ayudarnos a ser mejores cristianos y seres humanos, tal cual un buen padre lo haría, un buen pastor y según lo haría Cristo.

Esta dimensión del aspecto litúrgico-pedagógico del Santo Padre es para tenerlo en cuenta y no olvidarlo, también es importante darlo a conocer, pero con seriedad y fundamento, como lo hace la Buhardilla de Jerónimo en su magnífica entrega sobre el nuevo báculo papal del cual les adjunto un fragmento:

En la parte delantera del nuevo báculo de Benedicto XVI están representados, al centro, el cordero pascual, y a los costados, los símbolos de los cuatro evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan. El motivo de la red reproducido en los brazos de la cruz recuerda la de Pedro, el pescador de Galilea. En el reverso, están grabados: al centro, el monograma de Cristo – formado por las primeras dos letras de la palabra Christòs en griego, la X y la P entrelazadas juntas –, y en las cuatro extremidades, los rostros de los padres de la Iglesia de Occidente y de Oriente: Agustín y Ambrosio, Atanasio y Juan Crisóstomo. “El cordero y el monograma de Cristo puestos al centro [ ] reflejan la unidad del misterio pascual: cruz y resurrección”.

A aquellos que se escandalicen de su indumentaria habría que ayudarles a comprender que el Santo Padre, sobre todo éste, nuestro amadísimo Santo Padre, no se cambia la mitra o el báculo como nosotros nos cambiamos la cartera o el traje.

PD. Además, considerar -por lo que más quieran- que el más pequeño de sus "asesores en moda", está infinitamente mejor capacitado que el más grande de los asesores de la moda internacional.

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