Trigésima Tercera Semana del Tiempo Ordinario
«Ocurrió que al llegar a Jericó había un ciego sentado junto al camino mendigando. Y al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué era aquello. Le contestaron: «Es Jesús Nazareno que pasa».
Y gritó diciendo: «Jesús, Hijo de David, ten piedad de mi». Y los que iban delante le reprendían para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «Jesús, Hijo de David, ten piedad de mi». Jesús, parándose, mandó que lo trajeran ante él. Y cuando se acercó, le preguntó: «¿Qué quieres que te haga?». El dijo: «Señor, que vea». Y Jesús le dijo: «Ve, tu fe te ha salvado». Y al instante vio, y le seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al presenciarlo, alabó a Dios.» (Lucas 18, 35-43)
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Pues bien, así está la cosa, yo, nominada y animadísima, seguiré escribiendo.No se si a ustedes les llega, claro –luego de haberse suscrito :) -, el Evangelio de Cada Día desde Catholic.net?
Hoy, que –como es costumbre para mi- me he despertado sin razón alguna a las 4:30am, he abierto el correo que me envían y hallado al ciego de Jericó sentado pidiendo a gritos ver y me ha llamado la atención, porque minutos antes, recordaba a un budista que ingresó a un sitio católico en busca de respuestas y recibió, de esta cristiana primero y también de otros, palabras de censura y rechazo.
No se si ustedes toman y atan estos “cabos” que aparentemente andan sueltos como los tomo yo, es decir, el cabo de “pensar en alguien” y el cabo “de leer algo que se relaciona con ustedes o con otra persona…”?
Como les digo, no se si lo hacen pero yo si y generalmente encuentro bellísimas e importantes enseñanzas en todo ello; por más triviales que se presenten los cabos, las ato y aprendo algo.
Pues bien, a este usuario –como decía- primero yo y luego otros más, le hicimos sentir censurado y rechazado, entró a ese sitio pidiendo ver entre personas que –sin suficientes buenas razones- nos consideramos “videntes” por el mero hecho de conocer lo que sabemos y estar juntos. Cuánta superficialidad y soberbia, no es cierto?
Más tarde me enteré que este usuario tiene un blog y me dejé llegar hasta allá para disculparme y lo hice con todas las de la ley y así lo hizo también otro cristiano mucho mejor que yo, pero fue insuficiente, la confianza estaba rota y la esperanza destrozada. Luego de nuestras intervenciones en su blog, el usuario-blogero, guardó silencio por varios días y para cuando regresó, había llegado a la conclusión de que los católicos somos crueles y excluyentes.
Claro, para alivianar nuestra culpa (como si sirviera de algo) y porque del todo no está lejos de la verdad, hemos de admitir que este usuario ingresó voluntariamente a la jaula de los leones, que más le hubiese valido entrar a un sitio menos ortodoxo, pero bien, ese fue el que eligió y eso lo que sucedió.
Un amigo decía que haber entrado allí fue como que cualquiera de nosotros hubiese ingresado a un foro sobre marxismo a despotricar contra ellos, así tal cual, saldríamos linchados, probablemente; pero, aún cuando mi amigo tiene razón y este usuario no midió con quién se metía y, aún cuando no se metió con marxistas sino con cristianos, el resultado fue igualmente desolador, cuando debería de haber sido muy diferente.
Es cierto que el usuario es budista, orgulloso e impertinente, pero es que acaso no fue impertinente el ciego de Jericó? Pues si, podía no? ¡Claro, tenía que ser impertinente para poder obtener la atención del Señor! Además se lo merecía, ¡Quería ver! ¡Tenía fe!.
Quizá este usuario budista, si no se hubiera visto rodeado de otros orgullosos e impertinentes que le pedían guardar silencio, antes bien, hubiera estado rodeado por humildes y acogedores cristianos, quizá su propio orgullo habría cedido y alcanzado a ser escuchado por el Señor.
En esta “parábola” que hoy se me ha armado entre los dedos casi sin darme cuenta, unos cristianos nos aparecimos ante un ciego con fe y fuimos obstáculo para la obra de Dios.
Que nuestra soberbia quede expuesta a la luz del día y sea enseñanza para todos, para mi primero, que en mayor proporción que ninguno, necesito y necesitaré siempre, de la Misericordia de Dios.
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Nota: Lo que más me duele es que el usuario en cuestión andaba buscando volver a la Iglesia, eso es lo que pesa sobre mi corazón como una piedra. Por eso, como cristianos, no podemos, no debemos darnos el lujo de censurar o rechazar a nadie, por más impertinente u orgulloso que nos parezca. No debemos. Si no podemos con la tarea, se la pasamos a otro con mayor virtud, pero no dejemos nunca a ninguno sin las respuestas que anda buscando, o es que acaso no nos consideramos sal y luz de la tierra?
Por supuesto, podemos considerar, porque de hecho es así, que Dios -si el budista lo desea realmente- lo conducirá a casa de nuevo, pero esta parábola no trata de eso, trata de no ser obstáculo para la obra de Dios.