26 de noviembre de 2009

Serie: Sobre todo tipo de sucesos y relaciones por internet I

Capítulo I
Vampirito

Pues si, hablando, como dijo nuestro amado Juan Pablo II en el 2002, de esta “galaxia de imágenes y sonidos” que es Internet quisiera dejar fragmentos en este blog de la infinidad de sucesos y relaciones que ha suscitado en mi vida este “universo paralelo”. Y esto, no más, porque fuera de lo que diga el 99% de la población que no utiliza Internet y que se siente muy a gusto sin hacerlo porque no le encuentran atractivo o utilidad, en este sitio, efectivamente, se puede uno encontrar con personas perversas, sumamente desagradables y hasta siniestras, pero también todo lo contrario y yo, daré prueba de ello con esta serie de relatos.

Sabrán que soy centroamericana y que aunque en medio del continente, para algunos habitantes del mundo este sitio es como la Patagonia para mi, un lugar remoto, desconocido y misterioso lo que hasta cierto punto lo es. Remoto porque a pocos se les ocurre visitar un sitio que presenta tan pocos atractivos culturales, desconocido porque pocos están al tanto de la multitud de flora y fauna con que nos ha regalado el Señor en esta pequeña tierra y misterioso porque de la combinación de estas dos cosas resulta un paraje plagado de incógnitas indescifrables.

Pues bien, cuando me inicié en esto del Internet –no tuve señal por cable en mi territorio sino hasta hace unos cinco años- naturalmente sentía resquemor por introducirme a sitios peligrosos o de no poseer la sagacidad requerida para que “sujetos inescrupulosos” no me engañaran y terminara yo sin un cinco en mi cuenta o con graves heridas emocionales.

Mi primer contacto fue un joven ecuatoriano (hum…?) que muy sutilmente me dejó dicho en un foro en el que participábamos que deseaba ponerse en contacto conmigo. Obviamente no le presté atención y seguí mi camino, sin embargo, la idea de conocerle por el Messenger se me hacía atractiva, porque había probado ser –al menos en su léxico (menuda prueba!)- que era una persona estable y moralmente correcta. Así que le escribí a la dirección que me había dejado. Le añadí al Messenger y qué puedo decir? ¡Pobre!, estaba tan asustada y sentía tal resquemor que fui tan hostil y mal educada que no se cómo ahora Vampirito todavía me habla (y hasta me quiere, me atrevería a decir)

Resultó ser un joven encantador, destacadísimo ingeniero en sistemas y que además es un magnífico relator de historias, entre otras muchas cosas que "revelaré" más adelante.

Cuánto me deleitaba leerle por el Messenger las historias de sus arañas en el televisor o más tarde, de su nueva pecera que más parece un océano, o de aquellas historias de las fiestas de los apapayados (por razón de la camiseta color papaya que utilizan como distintivo) que son sus compañeros y las novias de sus compañeros, amigos, amigos de las amigas y hermanas, también hermanas de las hermanas, fans de los apapayados y de las hermanas, amigas y otros fans, etc. de la universidad, que se reúnen cada tanto para celebrar no más que su amistad. (Qué mejor razón? Eso digo yo.)

Vampirito utilizaba otro nick cuando lo conocí, éste se lo puse yo luego de saber que no solo le atraen las arañas sino estos desagradables bichitos con cara de demonio y porque, sobre todo, es de estas personas que necesitan utilizar sombrero, protector solar, camisas de manga larga y lentes muy bien calibrados para andar al sol aunque la temperatura esté cerca de cero grados.

Oh si, Vampirito es un auténtico vampiro y el joven más adorable y querido, nada más que por razón de su primogenitura como hijo, amigo y hermano, que he conocido en Internet.

(continuará)

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