La Buhardilla de Jerónimo, como siempre, oportuna.
Su más reciente entrada me ha caído de perlas para participar del contenido teológico sobre colocar el crucifijo en el centro del altar a mis coterráneos que se han unido al grupo en facebook el cual está sirviendo para expresar nuestro deseo de la Misa Tradicional.
En relación a esta iniciativa, como podrán imaginar, he hablado con algunos de mis paisanos sobre su experiencia pastoral al lado de los sacerdotes. Una de ellas está relacionada con el crucifjo y la compartire con ustedes con el propósito de que nos sirva para que aprendamos a considerar el sentido de la oportunidad así como las estrategias a la hora de colaborar con nuestros sacerdotes u obispos. La anécdota va así:
La cuestión interesante aquí es que el quinto sacerdote, que si bien ha aceptado colocarlo sobre el altar no lo hace en la posición teológicamente correcta (coloca el crucifijo mirando a la asamblea), es el Obispo.
La labor de mi compatriota ha sido titánica, sobre todo considerando que por lo regular pretendemos que todo se realice de inmediato y exactamente como lo deseamos, pero no, el Señor -como me ha recordado recientemente un buen amigo- es el dueño de la Historia, nosotros solo pequeños siervos inútiles que hacemos lo que nos corresponde.
Claro, que luego de conocer esta anécdota y la singular manera que tiene Monseñor de colocar el crucifijo no puedo evitar recurrir a las palabras del Cardenal Ratzinger que rondan en mi memoria:
"...el crucifijo debería mantener su posición central, siendo por otro lado imposible pensar que la representación del Señor crucificado – que expresa su sacrificio y, por lo tanto, el significado más importante de la Eucaristía – pueda ser de alguna manera una molestia".
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Señor, dueño de la Historia, en tus manos estamos
y en las nuestras lo que nos has encomendado.
Has prósperas las obras de nuestras manos
para que podamos gozar de tu Presencia eternamente.
