7 de julio de 2010

Anais y su contentera

Me doy cuenta cuán desconcertante ha de ser para muchos de ustedes hallar un blog como el mío en InfoCatólica en el cual la mayor parte del material es presentado en primera persona.

He escuchado decir que tras la primera persona se busca esconder la propia ignorancia y es posible, es más, es así; porque tratándose de este blog que forma parte de mi itinerario de fe faltaría a la verdad si afirmara sabérmelas de todas, todas.

En mi blog voy como por sobre un camino sin preocuparme demasiado hacia donde voy porque, de todas formas, delante de mi va Cristo. En él me permito saltar de experiencia en experiencia, a la manera sencilla de una mujer sencilla que ama la sencillez. Por lo mismo es que me deleito en presentar todo tipo de historias, historias de fe que provean a nuestra flaca memoria del recuerdo acerca de que la vida es un milagro.

-oOo-

Héctor y Anais están casados hace veinte años. Héctor es mecánico automotriz y trabaja reparando hélices de avión en una empresa exitosa y aunque Anais es oficinista buscó trabajo en mi casa para ayudarle a su hijo Daniel con la Universidad.

Es un matrimonio sólido y con todo tipo de detalles hermosos; por ejemplo, Anais me contó hace unos días que Héctor tenía la bellísima costumbre, romántica y generosa, de escribirle detalladísimas cartas, poemas o, simplemente sus pensamientos; sin embargo, de un tiempo acá había dejado de hacerlo y como Anais extrañaba que le escribiera y se lo hizo saber recientemente a su esposo.

Pues bien, resulta que hace unos días llegó Anaís a mi casa con el ceño fruncido. Cuando conseguí hacerla hablar me explicó de qué se trataba: se había llevado tremendo "colerón" porque Héctor había cometido una imprudencia en relación a una transacción financiera. Anais es magnífica administradora y el que Héctor "haya metido las de andar" (aún cuando ella tanto se lo advirtió) la tenía a rabiando.

Anais estuvo tan enfada que durante un par de días apenas cruzó palabra con Héctor. Daniel estuvo atento al desarrollo de los acontecimientos y en uno de aquellos momentos que en familia tocaron el tema tuvo que darle la razón a su madre: -"Papá, mamá tiene razón". Imagínense nada más.

Héctor procuró infructuosamente "contentar" a su esposa, hasta que una noche al llegar del trabajo y luego de cenar se dirigió a Anais y le dijo: -"Ahí tengo algo para usted".

Como yo, ustedes se han de estar imaginando una caja de bombones y un ramo de rosas, verdad? Pues no es así.

Daniel le había sugerido a su padre que, para "contentar" a su madre, le adelantara el regalo que durante el año habia estado preparándole para el Día de la Madre el próximo agosto.

Héctor había continuado escribiéndole a Anais durante todos estos años. Para esta ocasión, había recopilado sus escritos, levantado el texto en la computadora, lo había encargado imprimir y a empastar primorosamente.

Anais recibió por adelantado el regalo del Día de la Madre.

¿Pueden imaginarse a Anais en su contentera?

-oOo-

Nada más añadir que este detalle de Héctor está revestido de un significado superior que es el que, durante este año, Héctor ha reiniciado su camino dentro de la fe de la Iglesia; lo cual tiene a Anais, también, brincando de la contentera.

Ya ven por qué me veo imposibilitada de abandonar la primera persona? Este tipo de acontecimientos se disiparían en la memoria sin que nadie más que los protagonistas los conocieran.

Por la primera persona,
por nuestra humanidad
que favorece nuestro encuentro con Cristo...
¡Deo omnis gloria!

-oOo-

El siguiente es el escrito de Héctor preferido de Anais que ella me ha pedido que comparta con ustedes.

Caminando

Tras días de recorrer junto a ti el camino
que nos ha conducido hasta aquí,
con ansias de descubrir lo que hay en ti,
lo que sientes, lo que piensas...
hoy quiero que tu me mires.

Recuerda lo que juntos
hemos vivido en este ir y venir de la vida,
con alegrías y tristezas, con errores y aciertos,
pero con voluntad de continuar uno al lado del otro.

Con fuerza me has ayudado a levantarme...
en silencio he sufrido tu tristeza...
con deseos
hemos dado pasos para enderezar nuestro caminar.

A todas luces reconozco que no soy perfecto
y que muchas veces
por mis propios errores te hecho sufrir,
pero he intentado ser quien llene tus días de alegría.

Porque a tu lado yo me he sentido completo,
he sentido que la vida tiene una gran significado
estando a tu lado.

Dime, has encontrado la felicidad junto a mi?

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