¿Quienes seguirán aquí dentro de diez y más años, cuando estas leyes abominables sobre el aborto y la desfiguración de la familia (y otras muchas que vendrán) rindan sus frutos desordenados?
Nosotros, los hijos de Dios estaremos aquí, como desde hace dos mil años y con Su ayuda, haciendo lo que nos corresponde: vendando heridas.
Seguiremos aquí y lo haremos, además, con alegría y generosidad.
Seguiremos aquí y lo haremos, además, con alegría y generosidad.
Estaremos creando albergues para niños abandonados, generando opciones para madres que desean tener a sus hijos, cuidando de personas con SIDA, es decir, interviniendo en la sociedad de las mil formas que el Evangelio nos ha propuesto desde que el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros, murió y resucitó para que descubriéramos el material del que estamos hechos.
No será ningún otro sino nosotros quienes daremos continuidad a Su obra y, seremos los que también -y no sin dificultad- nos abstendremos de decir: "se los dijimos".
¿Seremos nosotros porque si no, quién?
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Ánimo, ¡Cristo ha vencido al mundo!