8 de julio de 2010

Ateos de religión

La tortura de la Navidad, los criaderos de animales “de raza”, la tala de árboles, los aumentos desiguales en la canasta básica, la educación autómata y repetitiva, el armamentismo, las armas en el hogar, las drogas, la penalización del aborto, hambre, las farmacéuticas y sus negocios, el Papa, la Iglesia, las iglesias, la guerra, el petróleo, inmigrantes que buscan una mejor vida y los maltratan, robos, crimen, calentamiento global, minería, ventas millonarias de territorio protegido, papás y mamás que le gritan a sus hijos, ancianos abandonados, indígenas de 30 años con 8 hijos, salarios de 44mil por semana para toda una familia, gente robot en las ventanillas de atención a agricultores con hambre y sin semilla, adolescentes con celular, vecinos que no conocemos ni nos conocen, policía corrupta, la fe ciega, el padre Minor, el crimen de Parmenio… ¡Ay de mi corazón herido, qué tristeza!

Esto fue lo que publicó en “Cara-libro” (facebook) una de mis primas segundas, una mujer joven adorable, muy talentosa, sencilla y atea.

Nuestra familia es enorme y tenemos como norma tácita no enfrentarnos en sitios públicos, pero yo -que soy como soy-, al observar esta lista no solo sentí en Alicia la angustia de su corazón sino que mi propio corazón se reconoció en sus heridas y le repliqué:

Maricruz: - En tu lista de asuntos que causan heridas faltan los ateos…

(pausa algo prolongada y desconcertante)

Añadí: - Es que si a vos te hieren todas esas cosas, incluidos el Papa y la Iglesia a los que amo así como los valores que defiendo, pues que a mi me hieren -del resto de tu lista- casi las mismas cosas, pero además los ateos.

Alicia: - ¡Ah, ya! En ese punto tenemos tristezas diferentes, para mi un ateo no solo es de religión, sino de creer y amar. Yo soy atea de religión, pero tengo fe en la gente, la vida, el amor, la tierra…

Maricruz: - Yo se que tenés fe en tu gente y lo demás, porque te conozco desde niña y se del material del que estás hecha, pero es que existen ateos que además de ateos de religión son ateos de sí mismos y de la gente. Estos ateos tienden a considerarse más heridos que todos los demás y responsabilizan a todos los demás de sus heridas…

Claro, todo esto sucede, mientras todos los demás andamos viendo cómo sanar nuestras propias heridas pero también las de los demás, ateos incluidos. Estos egocéntricos aborrecibles son lo peor. Un verdadero obstáculo para si mismos y el resto. A esos me refiero.

Alicia: - Algunos nacemos ateos, por tanto no vemos la religión con tus mismos ojos. Y si lo ves bien, quienes dañan, son quienes ya -con creencias o no-, no son fieles a sí mismos.

Maricruz: - Eso mismo pienso, aquellos que no son leales con su propia su humanidad y su circunstancia, son los que menores oportunidades se ofrecen para ser alguien útil para los demás.
jaja Y no fregués, vos no naciste atea, tus tatas te criaron atea, como a mi los míos católica… A qué si?

Alicia: - Jajaja, pues si, en esa casa, (Dios) ni fu ni fa; pero estamos y salimos sanas y buenas, cierto prima? Casi sanas, jajaja.

Maricruz: - Así es, buenas y casi sanas, pero no importa, todos tienen sus chocheras…
Un besote, muñecota, dígale a su tata que no se le olvide que quería venir a ver a mi papá con el tío Marco, por cierto.

Alicia: - Mañana lo veo y le comento. Que estés bien.

Maricruz: - Igual, un abrazo.

-oOo-

Claro, que ahora que lo pienso, a quienes debería responsabilizar de que esta jovencita sienta llevar el mundo a sus espaldas, es a sus bandidos tatas. Caray, que la próxima vez que vea, se los voy a reclamar.

No hablo en broma, estoy hablando con toda la seriedad del caso: cómo fue que estos hijos de mis tíos dejaron desprovistos a sus retoños de las herramientas de la fe? Digo… adónde, cómo y cuándo fue que ellos mismos las perdieron o decidieron desecharlas? Lo más grave de todo, es que ni siquiera se las ofrecieron como una opción a sus hijos, no es cierto? (Ah, ya se, eso debe ser por aquello que llaman “libertad de conciencia”, eso debe ser)

El resultado es que así como Alicia andan por el mundo nuestros primos y primos de los primos, gente joven cargando –cual elefante- el mundo a sus espaldas, llamándose a si mismos ateos de religión, pero no de creer en la gente y en el amor…

Menos mal.

No, pero aunque no lo crean, a pesar de este panorama mantengo la confianza y la esperanza, porque -por sobre todo, como criaturas queridas por Dios- traemos la impronta divina y venimos provistos de la Ley Natural inscrita en nuestras conciencias, porque si no fuera así, qué posibilidad tendrían estos chicos de continuar sus vidas en procura de la salud de sus heridas, pero más importante aún, de satisfacer los anhelos de trascendencia de su corazón insaciable?

Ninguna.

Y es que, nada más consideren: sin confianza ni esperanza, seríamos semejantes (si es que ya no lo somos) a los ateos de religión y terminaríamos con Alicia diciendo:

¡Ay de mi corazón herido, qué tristeza!

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