Con el padre José Antonio, pastoralista de la Universidad de Navarra, aprendí que la Pastoral no es sino un instrumento al servicio de la teología y de la doctrina.
Con el padre Jafet aprendí que los mayores errores pastorales son en su origen errores teológicos-doctrinales.
Si ambas cosas son ciertas, pues entonces ¿por qué el Dios de los planes pastorales se impone al Dios de la Revelación, del Magisterio y de la Tradición?
Quién ha permitido esto? Quién es el responsable?
Por sus frutos lo deduciréis:
Padres y padrinos formados para el Bautismo de sus hijos y ahijados en grupos de sesenta personas durante un mínimo de horas al mes y que reclaman no comprender la necesidad del curso.
Niños bautizados en misas multitudinarias mediante un rito realizado a la carrera y donde nadie sabe ni de dónde vienen ni para dónde van.
Niños en catequesis de Primera Comunión que cuando la concluyen no desean saber más de Dios ni de religión.
Adolescentes que asisten a Confirma obligados por sus padres.
Matrimonios que duran lo que les dura el despatarre hormonal.
Sacerdotes que, entre otras cosas, les da igual una misa en un gimnasio que en una Catedral.
En fin, la lista es larga...
Asumo que han hecho sus deducciones. No digo más.