26 de marzo de 2010

Declaración de guerra

Atacar al Papa y a la Iglesia como lo están haciendo es una declaración de guerra del laicismo hacia la religión católica.

Queda claro, así que, ¡todos a sus puestos!.

Lo mío es una alerta a permanecer firmes en los sacramentos, la oración, revestidos de la armadura de la Fe, la Esperanza y la Caridad, con eso sobra y basta. Por eso asumo que cada uno conoce su puesto: en Cristo con la mirada puesta en su Vicario.

***

Bendito José, casto esposo de la Virgen María,
permanece con nosotros este día.
Tú que protegiste a la Virgen;
y amaste al Niño Jesús como a tu propio Hijo,
le rescataste del peligro de muerte.
Defiende a la Iglesia, la casa de Dios,
comprada por la sangre de Cristo.
Guardián de la Familia Santa,
permanece con nosotros en nuestras pruebas.
Que tus oraciones nos obtengan
la fuerza para huir del error
y luchar contra los poderes de la corrupción
de manera que en esta vida crezcamos en santidad
y después de la muerte
nos regocijemos con la corona de la victoria.

Amén

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