"(En) Mozart cada tono es el correcto y no podría ser de otra manera. El mensaje está sencillamente presente. Y no hay en ello nada banal, nada que sea solamente lúdico. El ser no está empequeñecido ni armonizado falsamente. No deja fuera nada de su grandeza y de su peso, sino que todo se convierte en una totalidad, en la que sentimos la redención también de lo oscuro de nuestra vida y percibimos lo bello de la verdad, de lo que tantas veces querríamos dudar. La alegría que Mozart nos regala, y que yo siento de nuevo en cada encuentro con él, no se basa en dejar fuera una parte de la realidad, sino que es expresión de una percepción más elevada del todo, que yo sólo puedo caracterizar como una inspiración, de la que parecen fluir sus composiciones como si fueran evidentes. De modo que, oyendo la música de Mozart, queda en mí últimamente un agradecimiento, porque él nos ha regalado todo esto, y un agradecimiento, además, porque esto le haya sido regalado a él". Benedicto XVI
¡Feliz fin de semana!