16 de marzo de 2010

Homogenización o Comunión

No hablaré de lo que desconozco pero si de lo poco que observo y que entiendo.

Observo en el mundo una fuerte corriente en afán por homogenizar a la población global que dista mucho de lo que Cristo ha propuesto: la comunión del hombre en el Hijo ante el Padre mediante el Espíritu.

Eso se observa en cuanto que los Estados buscan a toda costa colocarse por encima de Dios para, mediante leyes, obtener el poder y el control sobre una población que piense y actue "como una sola"

También se observa en la confusión, el desconcierto y la desconfianza que provocan los medios de comunicación creando mentiras sobre temas capitales como es, por ejemplo, lo concerniente a la dignidad de la persona humana; temas que, para sus objetivos, vale la pena reducir y desmembrar. Para los medios parece ser la consigna: "divide y vencerás".

Se observa alrededor del mundo en multitud de "católicos" que no lo son y que se instauran en autoridad por sobre la autoridad de la Iglesia.

Lo observo también en los grandes movimientos político-financieros que promueven la globalización así como el pánico en cuanto al calentamiento global y la sobrepoblación.

Y así en muchos otros casos.

Una población mundial dividida, insegura, desconfiada, alejada de la unidad, seguridad y confianza de su Fe, Esperanza y Caridad en Cristo es lo que necesita el padre de la mentira para lograr sus fines.

La homogenización por tanto, es a lo que todo buen católico debe oponerse con la fuerza que da la Fe, alimentado con los sacramentos, principalmente la Eucaristía, la Palabra de Dios, el Magisterio y la Tradición que sostendran su Esperanza en procura de la victoria de la Caridad.

Porque es Cristo quien ha vencido y vencerá no el Estado.

Vencerá la comunión, no la homogenización.

La comunión de aquellos que creemos que hemos de morir para el mundo en lugar de entregar nuestra existencia a fines que perecen.

Comunión de católicos para quienes, la auténtica victoria de la Caridad -así como para Cristo- será la muerte.

Muerte que no es otra cosa que el paso a la vida eterna, paso a nuestra plena comunión en el Hijo en el seno de la Trinidad.

Amén.

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