Todos hemos leído autores que, si bien no son estrictamente católicos en sus propuestas, nos acercan a aspectos de nuestra espiritualidad que muchas veces tenemos descuidados. Por lo mismo, en lo personal no los rechazo, sino que -apegada y confiada en mi buena formación doctrinal- extraigo de ellos lo bueno y conveniente, lo que me enriquece y eleva, lo que no solo me ayuda a ser más humana sino a colaborar con Cristo en el modelado de mi persona. Este que les traigo es uno de esos textos; se los ofrezco porque expresa ideas que han hecho resonar en mi interior el eco de ese anhelo profundo de trascendencia a la que estoy convencida hemos sido todos llamados. Espero que les aporte tanto o más de lo que a me ha aportado. Feliz fin de semana.
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Alegre y serena aceptación de lo que ocurre, de todo aquello que la vida nos trae, viendo en ello algo que Dios nos envía para nuestro propio perfeccionamiento. Gozosa afirmación de la vida, con todos sus bienes y pesares, considerada como un don de Dios que hay que saber aprovechar para hacer rendir los talentos que se nos han dado. Y al mismo tiempo, tranquila aceptación de la muerte, mirada cara a cara, sin rechazo ni temor. Confiar en la Providencia divina, en la Ley sabia y amorosa que rige el orden [ ]. Conformidad [ ] con la propia suerte y condición [ ], sabiendo que nada es casual, que todo tiene su sentido [ ]. No quejarse ni caer en el pesimismo. No caer tampoco en un ciego fanatismo, sino actuar con energía cuando se trata de enmendar una situación deplorable o indeseable. Ver las cosas por el lado bueno y positivo. Saber extraer lo mejor de las experiencias, como la abeja que saca la miel de las flores amargas.
[ ] Lejos de hallarse movido por la ambición, por el afán competitivo, por la obsesión de progreso y ascenso en la escala social (la absurda manía de ser o aparentar ser más que los demás o, cuando menos, de igualarse al que está por encima), no anhelar otra cosa que estar en el propio puesto, aquél que corresponde a su propia naturaleza, a su más íntima vocación, a sus cualidades, aptitudes y méritos. No hay nada más alejado de la norma [ ] que la insatisfacción, la agresividad, el perpetuo descontento, la envidia y el resentimiento, actitudes malsanas que son fomentadas y atizadas por la moderna civilización del igualitarismo y el consumismo. Una vez más, naturalidad, rectitud, autenticidad y sencillez. Vivir conectado a las fuentes de la alegría (porque) la tristeza, [ ] es el peor veneno del alma. Vivir contento con lo que es y lo que tiene. No se rendirse jamás a la amargura, la angustia o la apatía. Caracterizarse por la simpatía, el sentido del humor y una jubilosa ingenuidad.
La sabiduría se compadece mal con estados del alma como la irritación, la melancolía, la adustez, el desabrimiento y el malhumor; es risueña y jovial, como lo prueba la sonrisa que resplandece en el rostro de [ ] Cristo. También en este punto [ ] vivir se presenta en abismal contraste con la del hombre moderno, cuya vida es triste y angustiada, insípida y monótona, aburrida y sombría, amenazada por la depresión y la náusea vital...
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