5 de febrero de 2010

De "feminismos" y grandes bostezos

Bruno Moreno colocó una entrada en su blog titulada De feminismos y feminismos, le comenté brevemente (porque eso de los feminismos conmigo no va, no al menos como los concibe la mayoría) y cuál no ha sido mi sorpresa que me ha propuesto lo siguiente.

Literalmente ha dicho:

Maricruz:
Si quieres, puedes intentar hacer el trabajo contrario, dar algunas características de algo que podría llamarse un feminismo cristiano (nos guste o no el término, lo que me importa es el contenido). Por ejemplo:
1) Plena igualdad en dignidad entre el hombre y la mujer.

Propuesta que acepto con agrado ya que me entusiasman los desafíos.

***
(La presente es una edición de la respuesta "carrereada" que le ofrecí a Bruno,
editada en este blog por respeto a ustedes)

***

Para responder preguntas del tipo: Qué nos hace mujeres, qué propósito puede tener nuestra condición de género, cuál es la finalidad de la maternidad o de la vocación a la soltería, cuál el objetivo de la diversidad entre los géneros, etc. una mujer católica habría de situarse ante la Revelación y buscar las respuestas (porque todas están allí).

Desde el estudio de ambos relatos del Génesis podemos decir que en situación ante Dios, ante si misma, sus semejantes y la creación, la mujer es criatura querida por Dios, parte de la creación y criatura buena. Como criatura es capaz de rechazar la ruta del proyecto divino y lo es en virtud de que ha sido creada para ocupar un lugar privilegiado en la creación. Es criatura capaz de establecer una relación vital con su Creador. La mujer, junto al varón, es fuente de vida humana. Es criatura creada en condición de igual dignidad y complementariedad con el varón.

Una mujer que se concibe de esta manera, actuará de acuerdo a ello y sus acciones irán encaminadas a conocer y profundizar en el sentido de su existencia. Para esto habría de proponerse conocer el proyecto divino con la intención de determinar en qué sentido ordenar su existencia: sus acciones, sus pensamientos.

Conociendo el proyecto divino y ordenándose a él, es posible para ella reconocerse como criatura buena, querida y amada, necesaria.

Con esta convicción adquirida, será posible para ella identificar de qué manera su pensamientos y acciones se orientan (o desvían) del proyecto divino y por qué, al desviarse, trastoca el orden y, trastocándolo, se aleja de si misma antes que de Dios.

Se le hará también posible hallar ese su lugar privilegiado que ejercita, tanto en su vocación a la maternidad, como virgen consagrada o simplemente, como mujer soltera.

Habiendo identificado lo privilegiado de su condición se habilita a sí misma para establecer una relación vital con su Creador, como criatura única, irrepetible.

Por esta vía le será posible conocer en qué consiste haber sido creada a imagen y semejanza de Dios, conocimiento del cual deriva la convicción de poseer un descomunal potencial creador, potencial que crea vida tanto como multitud de acciones vinculadas a su femineidad.

Asímismo, se le hará más claro de qué manera conducir su existencia desde su condición de igual dignidad con el varón.

La convicción de su altísima dignidad hará saltar a la vista, la riqueza existente en la diversidad entre los géneros, diversidad que posibilita su
complementariedad.

Bruno, una mujer que se concibe de esta forma, estará en posición de prescindir (a la hora de conducir su existencia) de todos los feminismos habidos y por haber (que no sean el cristiano, porque cristiano es éste que acabas de leer). Por eso te decía (en el blog) que aquellos otros me producen grandes bostezos.

Saludos.

Definitivamente, con éste, me sobra y basta.

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¡Si le bastó a María Santísima!

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