11 de febrero de 2010

Para que al mundo lo mueva el amor...

...tendría que dejarle de mover la culpa.

El Pabre bien lo sabe, sabe que el ser humano necesita que se le eche una mano. O es que acaso, no fue culpa lo que admitieron Adán y Eva al haber traicionado su promesa de fidelidad? Acaso no se repite ese patrón a todo lo largo de la Historia de Salvación?

El ser humano ha sido creado para entrar en armonía con Dios y sus semejantes mediante la fidelidad a las propuestas divinas, a la manera de la Trinidad, cada vez que las rechaza sobreviene la culpa.

La culpa se puede o no admitir, se puede o no enfrentar. Si se la enfrenta, es posible -con la ayuda de Dios- recuperar la armonía perdida, si se no se la enfrenta -que implica rechazar la ayuda divina- carcomerá como una cangrena, separando, dividiendo, destrozando lo que estaba llamado a manifestar lo contrario.

Por eso la culpa aceptada y bien entendida, sirve como medio para alcanzar la salud.

El Padre lo sabe, por eso su Hijo ha venido al mundo, a mostrarnos que la culpa es superada por el perdón y para a la vez mostrarnos que la medida del amor es la medida del perdón, esto es: conoces cuánto amas si conoces cuánto perdonas. En esto radica la prueba de su amor, Dios perdona siempre, porque siempre ama. A eso nos llama Cristo, a perdonar siempre para estar en posibilidad de amar cada vez más y mejor.

El Padre lo sabe, por eso, basta que confiemos en el Hijo, basta que confiemos en su Palabra, aceptemos su ayuda y le emulemos, basta que admitamos la culpa, pidamos perdón y perdonemos para que al mundo lo pueda mover el amor.

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