8 de febrero de 2010

La llave cerrada: Una tarde feliz en el Paraíso

Muy diligente me dirijo al invernadero a regar las plantas aromáticas así como las lechugas que sembré en la mesa de cultivos y a la hora de abrir el tubo solo escucho: "güeor-güeor-güeor". Háganlo y verán, es un sonido de lo más alienígena, fantasmagórico, la verdad.
Y me dije: Y ahora qué?
Hum, pensé.
Miré el tubo, lo abrí y lo cerré, lo abrí de nuevo, nada. Tomé el final de la manguera y la sacudí y nada, ni gota. Caminé un poquito y abrí otro tubo y otra vez ese ruido fantasmagórico, lo cerré de inmediato. Qué miedo, pensé.
Me dije: Hum...
Luego me aproximé a la llave principal, estaba abierta, la cerré, la abrí y fui de nuevo al tubo, lo abrí y nada. Hum...
Y ahora qué?
Diay, pues no se, la verdad.
Pero si las lechugas están sequitas. Pobres, deben tener sed.
Si, pero no sale gota.
Habrá alguna llave cerrada?
Tal vez, pero cuál?
Hum...
(esa fui yo, hablando conmigo misma)
Total, empecé a caminar desconcertada y sin rumbo fijo por el jardín y en eso me encontré a mi hermano.Le dije: No hay agua.
Ah, güevones éstos, han de haber cerrado la llave. Vagabundos maricones. (Disculpen el lenguaje, así habla la gente corriente en mi país, es decir, gente como mi hermano)
Pero quiénes? Cuál llave? Hay otra llave?, exclamé.
Si, claro, venga, le enseño.
A ver?, le dije.
Caminé tras mi hermano por largo trecho. Abrimos el portón pequeño que da a la calle y caminé tras él otro largo trecho.
Hum... pensé.
Finalmente se detuvo y me miró.
Y por qué me mira? pensé.
Debo haberle hecho un gesto de interrogación con la mirada porque seguidamente hizo una mueca de desaprobación y exclamó:

Vea!
Qué?
La llave!
Cuál llave? Adónde está?
Ahí, dijo, sin retirarme la mirada.
Qué raro, pensé, por qué me mira. Fue entonces que se me prendió la luz: la llave ha de estar en el suelo, jaja, me dije. Pues obvio que está en el suelo, pensé. Fue cuando miré hacia sus pies y la vi. Era una llave roja y estaba cerrada.
Aaaaaah! Con razón, está cerrada, dije.
Pues claro que está cerrada, Maricruz.
Me tiré al suelo y de rodillas la abrí.
Ay, por fin, exclamé. Ya puedo regar las matitas.Y quién la habrá cerrado?
Pues alguno de esos maricones, algún güila vagabundo. Solo mire, ahí dejó su rastro.
Miré y así era, había junto a la llave un potecito de yogourt vacío, de esos que le gustan a los niños.
Chiquillos vagabundos, que me hayan visto tirada de cuatro patas a ver si les da verguenza, pensé. (Bueno, disculpen el lenguaje, sepan que también puedo ser corriente)

Pues bien, todo terminó como deseaba, abrí la llave, había agua y regué las matas.

Final de una tarde feliz en el Paraíso. Amén

Nota: mi hermano y yo disfrutamos mucho con la teatralidad, nos divierte crear y participar de escenas como ésta, conversando sobre cualquier cosa nos respondemos como si fuéramos lentos, corrientes o torpes, eso nos divierte. Lástima que no todo el tiempo somos así, la mayor parte del tiempo somos personas serias, quizá demasiado. Pero hoy no y lo disfruté mucho. Bendito Dios que tengo un hermano hermanable al que amo entrañablemente.

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