19 de abril de 2010

He visto al Papa llorar

A continuación, rescato los últimos párrafos del artículo de un compatriota, el señor Fernando Araya, titulado "Ratzinger y el futuro del cristianismo" publicado en el periódico La Nación. Lo traigo hasta ustedes, no solo porque me ha parecido una perspectiva que, a su manera, busca equilibrar la balanza sino porque a miles de kilómetros de distancia, es una especie de eco de la noticia que les coloco abajo.

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"... es a propósito de historias criminales, como la pederastia disimulada por las autoridades religiosas, donde Ratzinger plantea un enfoque que en estos días conviene reiterar. En el año 2005 expresó:

“¡Cuánta suciedad en la Iglesia! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos. Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos ampulosos y las palabras altisonantes” (Véase Vía Crucis 2005, Meditaciones y oraciones del Cardenal Joseph Ratzinger, Novena estación).

Esta meditación encierra una enseñanza clave. Cuando alguien, persona o institución, predica moral, lo hace no porque moralmente sea perfecta, sino por lo contrario. Es disfuncional en términos éticos, y por eso se auto-exige la perfección, y debe ser implacable en la crítica y en la autocrítica. La lección es clara: El cristianismo es un diamante en bruto, pero si la suciedad que lo cubre impide ver su riqueza, entonces es imperativo no generalizar, pero tampoco callar, silenciar, ocultar y evadir.

¡Qué distinta es esta perspectiva a la que moraliza sin fijarse en su propia culpa! ¡Qué distinta a la de quienes deseando el derrumbe de Ratzinger no son capaces de aquilatar los méritos del planteamiento referido¡ Hans Kung y Hermann Häring añoran que Ratzinger entone su propio mea culpa. Si lo tiene que hacer, si tiene que morder el polvo, que lo haga, ese acto no será un final, sino un nuevo comienzo".

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Y añado, si Joseph Ratzinger tiene que morder el polvo, nosotros, quienes confiamos en Dios pero también en su Vicario, le seguiremos... que a nadie quepa la menor duda.

(He visto al Papa llorar)


''No me esperaba disculpas del Papa sin embargo vi en El y en el obispo de Malta la humildad de una Iglesia que en ese momento representaba el problema de la Iglesia moderna''.
(Gracias al padre Sixto V. por la traducción)

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