Recuerdo, unas entradas meses atrás, que citaba a Monseñor Giovanni d´Ecorle cuando dijo:
“Es necesario mirar a la Iglesia con ambos ojos [ ]. Un ojo sobre el Papa; el otro sobre el obispo y el párroco. Si el obispo y el párroco dicen lo mismo que el Papa, existe la unidad. La falta de unidad hace mucho daño a la Iglesia. Si el obispo no dice lo mismo que el Papa, me viene el estrabismo. ¡Y entonces yo miro sólo al Papa!”
En estos momentos, en que nuestro amado Benedicto XVI está siendo tan fieramente atacado, que incluso unos desdichados abogados ingleses pretenden retirarle su inmunidad como jefe de Estado antes de su visita al Reino Unido; cuando lo único que muchos esperan es verlo tambalearse y caer, instintivamente miro a párrocos y a obispos y por más que miro, no miro lo que espero ver.
Y qué sería eso? Lo que espero ver tendría que ser algo como lo acaecido en el Concilio de Jerusalén “Entonces los Apóstoles, los presbíteros y la Iglesia entera…” (Hch 15, 22) discutieron, tomaron una decisión juntos y actuaron unánimemente.
Es cierto, nadie lo niega, multitud de Obispos y quizá algún párroco, todavía no he escuchado personalmente a ninguno (espero que sea porque están en estado de shock), han manifestado su apoyo al Vicario de Cristo, pero no es suficiente, no es suficiente que el CELAM le envíe una carta que no es posible hallar publicada en ningún sitio, no es suficiente que el cardenal Sodano intervenga inesperadamente en la Misa de Pascua para brindarle su apoyo, ni que Monseñor Sanz lo haga ni aquél o aquél otro, no. No es suficiente porque son casos aislados, así que basta de darnos a nosotros mismos atolillo con el dedo.
Necesitamos los fieles laicos ver a “los Apóstoles, los Presbíteros y la Iglesia entera” actuar unánimemente.
Y lo necesitamos porque “la falta de unidad hace mucho daño a la Iglesia”.
Hace falta que no le provoquemos mayores daños al Cuerpo de Cristo.
Hace falta mirar al Papa. Eso hace falta.
(También hace falta mirarlo y verificar que confía totalmente en Dios)
Y si por A o B, alguno duda de que miro al Papa –hasta donde mi libertad colabora con la gracia- que sirva de prueba el que no estoy despotricando en este blog (como mis entrañas me lo piden) por la unidad que todavía no alcanzamos y que, Cristo (y el Papa) ha de saberlo mejor que yo, nos hace tantísima falta.