Longanimidad: paciencia más allá de la paciencia; uno de los frutos del Espíritu Santo o Paráclito, palabra que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador.
Cuánto bien me haría en estos días invocarle, implorar su mediación, su defensa, su consuelo.
Ayer, recordaba la frase tan simpática y dulce de mi sobrino mayor, José Daniel, que cuando era muy joven respondía a su mamá cuando ésta le preguntaba por qué razón ciertas tardes se vestía muy temprano con su pijamita: "Mamita, - le decía- es que tengo un poquito de mucho cansadito".
Y cuán "un poquito de mucho cansadito" puede tener uno a veces y por tantos motivos, eh? Más de los que quisiéramos, cierto?
Tengo, por ejemplo, esta situación en nuestro proyecto de hidroponía familiar: la mayoría de nuestros colaboradores son hombres, agricultores o peones de construcción, ingenieros agrónomos de esos para los cuales una mujer muy difícilmente tiene algo valioso qué decir. Ha sido para mi todo un desafío y el aprendizaje valioso pero algunas veces, como mi sobrino, debo admitir que tengo un poquito de mucho cansadito.
Por eso es que cuando hoy escuché en Radio María, España, a un sacerdote describir la longanimidad como la paciencia más allá de la paciencia, me dije: - Caray, eso es lo que me corresponde implorar al Paráclito en este momento, vaya que si.
Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.
Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito
para que esté siempre con ustedes:
el Espíritu de la Verdad.
Juan 14, 15-17
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¿Qué mejor manera de aproximarme a la celebración de Pentecostés
que con mi propia vida?
que con mi propia vida?