¿Lo habría imaginado, Su Santidad, a tan tierna edad, que a sus 83 solo los más próximos le llamarían Joseph, y que miles, quizá miles de millones, le conocerían como: Benedicto XVI?
¿Habría imaginado que esos miles, quizá miles de millones, estaríamos este día alegrándonos por su nacimiento y buscando la manera de festejarlo con usted?
En este día, día de su Feliz Cumpleaños, me dirijo a usted en este hermoso niño que fue.
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Este es el día, Joseph, el día de tu Feliz Cumpleaños, quizá no habrá globos, golosinas o helados, pero no te aflijas, piensa no más que hoy que es el día de tu Feliz Cumpleaños, y que hoy, miles, quizá miles de millones, tendremos nuestras miradas y pensamientos puestos en ti.
Nos regocijaremos sabiendo que te queremos y suspirando por darte un fuerte abrazo a la distancia. Solo imagínalo: estas palabras, miles, quizá miles de millones de palabras que, como abrazos, te rodean con afecto y gratitud.
Y eso no es todo, en este día, día de tu Feliz Cumpleaños, estaremos enviando miles, quizá miles de millones de oraciones al cielo. Llegarán gracil y oportunamente. Algo así dirán, a ver qué te parece?
"Señor, te encomendamos a Joseph, tu Vicario.
Consérvalo, guárdalo y dale larga vida.
Hazlo dichoso en la tierra
y aléjalo de las manos de sus enemigos.
Amén".
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En este niño, Su Santidad, querido Joseph, Vicario de Cristo,
¡dulce Cristo en la tierra!, le abrazamos y festejamos.
¡Feliz, muy feliz, Feliz Cumpleaños!
De nosotros, que somos miles, quizá miles de millones.