Es una oración que nos enseñó nuestra abuela materna. Ella nos llamaba a su lado a rezar cuando tronaba y llovía con viento fuerte, la decíamos también cuando temblaba (mi tierra es tierra de temblores) y tiene algo especial, porque de 10 veces que la digo, 9 se calma la naturaleza. Es algo singular, lo admito, pero no puedo mentir, así sucede.
El caso es que desconozco su origen, abuelita nunca nos lo dijo, me imagino que tampoco lo sabía y ahora que quiero saber de dónde procede, no se por dónde empezar a investigar.
Dios Omnipotente,
cuya Providencia todo lo ve y lo gobierna.
Dígnate visitar esta casa,
manda tus santos Ángeles
cuiden a todos los que habitamos en ella.
No permitas nos aflijan las pestes,
los temblores de tierra,
el estruendo de los rayos
o el ímpetu de los huracanes.
Riega en su oportunidad nuestros campos
con la lluvia fructificadora,
que el granizo no marchite nuestros frutos.
Concédenos, ¡Oh, Buen Dios!,
vivir en paz con nuestros vecinos
y nuestras conciencias
y danos buena vida y buena muerte.
Te lo pedimos por Jesucristo crucificado,
por María Santísima, Madre Nuestra,
y por todos los Santos que te alaban en el cielo.
Dios Inmortal,
la sentencia dada que sea revocada,
la Cruz de Jesucristo que venció vencerá,
el Hijo de María Santísima que murió en ella
nos defenderá.
Humíllome ante Vos,
Virgen Santísima,
Madre de Dios y Madre mía
y os ruego y suplico que
si alguna sentencia fuese dada en el cielo o en la tierra,
en contra mía, contra alguno de mi casa,
contra esta república o esta casa,
por Vos, Virgen Santísima,
sea revocada y quitada.
Amén