21 de enero de 2010

Doura europos

Como comunicador gráfico e ilustrador que soy, observo las imágenes de la casa cristiana Doura europos y reflexiono acerca de que si quisiera dar razón de mi esperanza por medio del dibujo o la pintura es muy probable que terminaría utilizando los mismos signos del artista, no habría nada nuevo en ese dibujo o pintura más que el aporte de mi destreza, tal y como lo fue en su momento el aporte de la destreza del artista a quien se le encomendó esta obra.

Sin embargo me pregunto: ¿realmente no hay nada nuevo allí? Me parece que lo hay. Lo novedoso ahí sería mi particular "camino de conocimiento", a través de la percepción, la recepción y la asimilación que hubiese hecho del dato revelado.

En el artísta del s.III como en mi, el denominador común, como dice el padre Casas, es la imagen. Imagen que surgió en aquél artista de su propio camino de conocimiento y... cosa curiosa, decenas de siglos después, su camino y el mío convergen en el mismo punto. Serían, su obra y la mía, la convergencia total de nuestras mutuas sensibilidades, tanto artísticas como espirituales.

No estoy segura si me doy a entender, pero el arte cristiano trae consigo hasta nosotros a través del tiempo la armonía del alma del artista derivada de su camino de conocimiento. Armonía lejana que provoca el despertar de la propia sensibilidad, en sintonía perfecta, como si ambos hubiésemos bebido de la misma fuente.

Bueno, pero qué digo? De hecho ha sido así, hemos bebido de la misma fuente, fuente de la gracia que emana de los sacramentos. ¿Por qué habría de sorprenderme que convergiéramos en el mismo punto?

Tras esta breve reflexión les presento la casa cristiana Doura europos

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 Decoración de la “casa cristiana”


En las casas, que se conocen con el nombre de “Títuli”, construidas aprovechando la permisividad de los emperadores, también se decoran algunas estancias. Quizás la más importante sea la llamada “Casa Cristiana” de Doura (Europos), a orillas del Éufrates. En el nicho del batisterio se encuentran las figuras del Buen Pastor con el cordero sobre los hombros (Jn 10, 11 16; Mt 18, 12 14). A sus pies, en el ángulo izquierdo, Adán y Eva en el Paraíso (Gn 3, 1 14).

De las imágenes de los muros, apenas queda la mitad. Están organizados en dos hileras superpuestas. Las de arriba representan milagros de Cristo: la curación del paralítico (Mt 9, 1 13), Pedro sobre las aguas (Mt 14, 28 31) etc. Abajo las tres Marías con el óleo ante la tumba vacía (Lc 24, 1 4), el pozo de la Samaritana (Jn 4, 7 26) y la victoria de David sobre Goliat (1 Sam 17, 38 51).


En su conjunto, estamos ante unos temas claramente dogmáticos, referidos principalmente al pecado original, a la redención y a los sacramentos. Se distingue de los conjuntos de las catacumbas por la distribución de los temas que, en este caso, nos muestran una escala jerarquizada de motivos y proporciones. La escena de Adán y Eva, que en las catacumbas suele situarse entre el conjunto de las demás salvaciones sin relación directa con el Buen Pastor, en este batisterio ocupa la hornacina central, estableciendo la relación bíblica entre el pecado original y la redención de Cristo. Por razones evidentes se resalta el tema de la redención (bajo la forma del Buen Pastor) sobre el pasaje del pecado original, que sólo ocupa la parte inferior de la hornacina. En esta organización se nota la coincidencia con la visión paulina que en la Carta a los Romanos cita el pecado original como pretexto para hablar de la redención de Cristo (Rm 5, 12 ss). La tipología bíblica permite así al arte cristiano expresar de forma inteligible y emotiva la historia del misterio de la salvación47.

Al hablar de la imagen signo y de su simbolismo significativo advertimos su sentido teológico. Ahora queremos precisar que, en esta mediación iconográfica, no se trata de establecer un Credo de los principales dogmas de nuestra fe, sino de dar razón de la esperanza que informa la vida de la comunidad cristiana (1 Pt 3, 15). De este modo, en la iconografía paleocristiana podemos distinguir los dos temas que, en aquellos momentos, eran motivo de preocupación para los creyentes: el de la salvación y el de los sacramentos.



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Fuente: Salvación y Belleza, padre Jesús Casas Otero

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